Historias y Leyendas de casas embrujadas en Chile
Mitos y Leyendas chilenas
Las aterradoras casonas embrujadas de Santiago
La Biblioteca Nacional
La Biblioteca Nacional es uno de los lugares supuestamente embrujados de Santiago. Antes de convertirse en biblioteca para el centenario de Chile, fue el convento de las Monjas Clarisas.
Cuenta la leyenda que cuando las religiosas iban muriendo, eran enterradas ahí mismo, por lo que cuando el claustro se demolió encontraron sus restos ahí.
"Muchos han visto en la Biblioteca Nacional fantasmas de mujeres arrastrando pesados hábitos. Se escuchan risas que retumban de la sala Referencias Críticas a la Hemeroteca... El principal espectro que se ve es el de una monja Clarisa, que supuestamente le cambia de lugar los libros a los funcionarios"...
La historia de la Biblioteca habla del fantasma de una monja clarisa que se desliza por los pasillos cuando se apagan las luces. La religiosa también hace otras diabluras, como colocar en lugares que no son los propios algunos libros y así se divierte cuando los funcionarios los encuentran fuera de lugar.
Mauricio Vázquez, auxiliar de la biblioteca, relata su encuentro cara a cara con el fantasma: "Eran las 19:30 horas y estaba limpiando el piso en el subterráneo de la sección Seaco, de administración y control de la Biblioteca. Estaba solo. De pronto me doy vuelta y veo a la monja sentada en un escritorio . No hacía nada y se limitaba a estar sentada, toda vestida de blanco, hábito y velo, rostro joven y marmóreo. Tomé el trapero y salí corriendo", relata aún aterrorizado.
La encargada de la sección también tuvo un encuentro con la monja. Ella no vio a nadie. Pero una alta pila de libros que manejaba en un escritorio se desparramó con una fuerza vertiginosa ante sus ojos, a unos siete metros de distancia, sin que nadie interviniera. Naturalmente, huyó despavorida.
Portal Fernández Concha
En este sitio, construido en 1869, el fantasma de "El Lalo" hace de las suyas en el subterráneo. Sin que nadie se lo explique, se apagan las luces y se advierten presencias fantasmales. En general el centro de la capital tiene mucho de misterio, pues durante la época colonial varios de esos terrenos pertenecieron a Catalina de los Ríos y Lisperguer, más conocida como La Quintrala.
El caso del "Lalo"
Alberto Harms, connotado flautista, profesor de Ramírez y quien le consiguió el subterráneo para que practicara, tuvo que llegar al extremo en su anterior piso para que Lalo como bautizó al ser lo dejara en paz.
"Terminamos haciendo un exorcismo. Había varias personas y fue bien espeluznante. El exorcista, de nombre Dámaso (padre del webmaster de este sitio, VER HISTORIA AQUÍ ), hizo un círculo con material del cementerio. Al principio se sintieron muchos ruidos y alguien como que nos tiraba para fuera del círculo. Lalo anduvo desapareciendo pero cuando llegué al departamento 614 volvió: sentía pasos, cerraba las puertas, encendía las luces. Era una lata, porque me hacía gastar luz". El músico finalmente le traspasó el departamento al administrador, "con Lalo incluido".
Osvaldo López, el administrador, define al edificio como "alegre, no tétrico" aunque confirma la versión de Harms. "Me abren las puertas, me tocan la pared, me encienden las luces y hasta pasan como sombras pequeñas por el lado mío", confiesa sin temor. Pero no sólo eso. "Cuando me toca bajar a los subterráneos a veces se me erizan los pelos de los brazos y siento un escalofrío por la presencia de algo que me está mirando o que pasa detrás mío".
El maestro Jorge Carrasco no cree en esos cuentos, aunque lleva siete años escuchando ruidos y golpes raros. "Yo creo puro en Dios y Él me cuida", dice, mientras recuerda las dos veces que el fantasma del subterráneo lo agredió: "Una vez me pegó un chicotazo que me dejó la espalda morada y la otra vez me levantó en vilo cuando hacía un trabajo".
Su ayudante le salió más nervioso: "Una vez le movieron el banco y lo dejaron con el cepillo en el aire. Se arrancó y no volvió más".
Museo de historia Natural (Santiago)
Historias tenebrosas es el Museo Nacional de Historia Natural en la Quinta Normal, ruidoso de noche e inocente de día.
"Cuando Grete Mostny -la gran antropóloga, arqueóloga y fallecida directora del museo- se retiraba tarde del lugar, lo hacía con un estafeta que la auxiliaba, porque caminando en la oscuridad repentinamente chocaba con alas peludas. Eran murciélagos, porque al museo le instalaron luz eléctrica recién en 1970", cuenta Teresa Varas, periodista museóloga y ex relacionadora pública de la institución.
"En 1975 escuché rumores sobre la existencia de ruidos y sombras que se deslizaban en el hall central que preside la gran ballena azul. Le pregunté a la doctora Mostny si eran verdaderos. De esas cosas tan raras, yo no me pronuncio", respondía la arqueóloga.
Los ruidos provenían de un agujero en el suelo, ubicado detrás de la cola del esqueleto de la gran ballena, que posteriormente fue cubierto por baldosas.
Teresa Varas cree conocer las causas: a ese lugar, fundado en 1830 por el famoso naturalista Claudio Gay, llegaban carretas con heridos de los llamados hospitales de sangre.
"Percibimos el frío que anuncia siempre la presencia de fantasmas, porque a esos seres las bajas temperaturas les facilitan su corporización, pero no los vimos. Lo que sí sentimos fue un fuerte golpe sordo y otros ruidos cuyo origen era desconocido", relata Andrés Barros, quien el año pasado estuvo un día en el museo para investigar la existencia de fenómenos paranormales.
Sin embargo, antiguos funcionarios que aún trabajan en el museo, insisten que aún se escuchan los ruidos y se ven sombras inexplicables en el inmenso y vetusto edificio, donde reside la enigmática momia descubierta en el Cerro El Plomo.
Historia del Museo
Antecedentes Históricos:
• 1873: El congreso Nacional autorizo al Presidente Federico Errazuriz Zañartu la construcción de un palacio destinado a exposiciones en el terreno ocupado por la Quinta Normal de Agricultura. El proyecto fue encargado especialmente al arquitecto Frances Paul Lathoud, quien tambien dirigio la construccion.
• 1875: Fue terminada la construccion aceleradamente para acoger la exposición internacional de Chile en medio del Parque y en frente de la laguna.
• 1876: Se traslado a este Palacio el Museo de Historia Natural
• 1879:Durante la Guerra del Pacifico fue utilizado como Hospital de Sangre
• 1932: Es adquirido por la Mutual de la Armada
Museo Histórico Nacional (Santiago)
En el Museo Histórico Nacional, ubicado frente a la Plaza de Armas, se agrega al tenebroso mapa de los fenómenos inexplicables. Allí, en el ala oriente, extrañamente se prenden las luces, pese a que los guardias tienen la seguridad de que las han apagado al cerrar el museo. Justamente en ese sector funcionaron los calabozos que pertenecían al antiquísimo edificio de la municipalidad de Santiago.
El profesor Héctor Pacheco, miembro de la fenecida Sociedad de Parapsicología, explica que la presencia de fantasmas se debe a una muerte violenta y dolorosa, que deja flotando en el lugar de los hechos la energía de la persona que murió. Esta carga de energía se materializa en forma de fantasma cuando alguien, sin saberlo, actúa como elemento catalizador de la misma.
"Probablemente, en todos los museos del mundo hay fantasmas, porque en ellos se exhiben objetos testimoniales de miles de personas. Es quizás por ese motivo, que en ciertas culturas entierran a sus muertos con todos los objetos que los acompañaron en vida" , comenta la museóloga Teresa Varas.
• El tribunal de la Real Audiencia, uno de los tres edifcios que flan quean el costado Norte de la plaza de Armas, se instala en 1609 luego de haber funcionado en la ciudad de Concepcion entre 1557 y 1575
• Los edificios anteriores que cobijaron a la Real Audiencia fueron destruidos por los terremotos de 1647 y 1730. El actual edificio corresponde a un proyecto del arquitecto Juan Jose Goycolea y su construccion se realizo entre 1804 y 1807
• Luego de su reconstrucción fue utilizado para distintas funciones como dependencias ministeriales, tesoreria, Intendencia de Santiago hasta 1930, y Telegrafo del Estado.
La casa de los espíritus de Providencia
Objetos que se mueven solos y sonidos de ultratumba. Así es el día a día en este "palacete", que perteneció a una de las damas espiritistas que inspiraron la novela de Isabel Allende.
El caserón de Av. Salvador esquina Fresia, comuna de Providencia, fue sede de prominentes espiritistas chilenas. La construcción, erigida en 1910, tiene un pasado ocultista que el escritor César Parra certifica: "Este palacio fue el hogar de la familia Arrieta Fernández y, posteriormente, de la familia Larraín Echeverría. La señora de la casa, Inés Echeverría -alias 'Iris'-, era teosófica y practicaba, junto a sus famosas amigas Ximena y Carmen Morla Lynch, la religión más popular del siglo XIX: el espiritismo".
En su libro Guía mágica de Santiago (Ril, 2003), Parra detalla que en estas sesiones, las Morla "eran capaces de hacer correr por los retumbosos corredores pianos, mesas de comedor y otros armatostes". Y va más allá, diciendo que esos sucesos inspiraron a Isabel Allende para escribir su novela La casa de los espíritus.
Las escritoras Isabel Allende y Elizabeth Subercaseaux, en efecto, son descendientes de dos de los protagonistas de esta historia: "Mi abuela fue muy amiga de Iris Echeverría, es bien posible que en esta casona también hayan practicado espiritismo", afirma Subercaseaux, "ya que mi abuela, Ximena Morla, y la abuela de Isabel, Chabela Barros, eran bien amigas. Pero en mi familia siempre oí que la casa donde más hacían espiritismo era la de mi tía Carmen, esa casona inmensa que hay en Miguel Claro, la que hoy es la embajada de Italia".
En Mi país inventado, Allende asegura que "mi abuela Isabel pasó su existencia practicando fenómenos paranormales y tratando de comunicarse con el más allá. De algún modo, la buena señora se las arregló para atraer misteriosas fuerzas que movían la mesa en sus sesiones de espiritismo". Dicho mueble luce hoy en la casa de la escritora, en California, y para moverlo "se necesitan tres hombres", afirma. "No sé cuál era el truco de mi abuela para hacerla bailar por la pieza, rozándola levemente con su dedo índice. Esta señora convenció a su descendencia de que, después de su muerte, vendría de visita cuando la llamaran, y supongo que ha mantenido su promesa".
Subercaseaux remata: "Una vez, estábamos todos los nietos, primos y tíos sentados a la mesa en el fundo Santa Clara. De pronto, escuchamos nítidamente unos golpes en las ventanas del comedor, que se fueron repitiendo ventana tras ventana, como si una paloma las hubiera ido tocando una por una. Mi abuela alzó la cabeza y, en medio de un extraño silencio que se produjo, dijo: 'Acaba de morir Wacholz'. Wacholz era un amigo de mi abuela que vivía en Santiago y cuyos parientes veraneaban en el fundo vecino. Efectivamente, al día siguiente, nos enteramos de que justo a esa hora, en ese minuto, y en Santiago, Wacholz había muerto, algo que mi abuela no tenía ni la más mínima posibilidad de saber".
La vida de Inés Echeverría -la más ilustre dueña que ha tenido la casa de calle Fresia 638- se vio marcada por la muerte de su hija Rebeca, que a los 37 años fue asesinada de un tiro en la espalda por su esposo, Roberto Barceló Lira. Ese hecho de sangre -ocurrido en 1933 y motivado por problemas de dinero- habría sido el puntapié inicial de los extraños fenómenos que allí, casi 80 años después, siguen ocurriendo.
José Matute Mora fue comandante del Cuerpo de Bomberos de Santiago durante 10 años. Al final de su período, en 1997, fue testigo de un fenómeno que, hasta el día de hoy, no logra explicar. Una tarde cualquiera, el teléfono de la central anunció un incendio en la casona de calle Fresia. "Despachamos tres máquinas hacia el lugar, pero cuando llegamos no había nada: ni fuego, ni humo, ni olor a quemado. Reinaba una absoluta tranquilidad", recuerda Matute, hoy retirado.
De no haberse repetido, el asunto sería recordado como una pitanza más. Pero se repitió. Varias veces, a lo largo de dos años. "Estamos preparados para analizar las consecuencias de un incendio, cuando hay fuego. Acá nos agarrábamos la cabeza y sólo atinábamos a preguntarnos '¿qué pasó aquí?'", explica Matute. "Algo extraño sucedía, porque no era uno, sino varios vecinos a la vez llamando por lo mismo".
Lo que ignoraban los inquietos vecinos era que las refulgentes llamas eran fenómenos paranormales, algo habitual para los ejecutivos de las distintas empresas del grupo Busel que en la actualidad ahí funcionan.
Jéssica Contreras es recepcionista en el "Castillo", como llaman al edificio: "A veces se siente como que pasa un frío por delante. La primera vez creí que era sugestión. No pasaron ni dos segundos y todas las cajas de la bodega se vinieron abajo. Fui a mirar y no pude entrar. Esa misma ráfaga gélida me lo impidió", dice.
Claudio Luna lleva 30 años a cargo de la bodega, lugar donde en más de una oportunidad la puerta le ha jugado una mala pasada, quedando encerrado. Todavía no sabe cómo, quién... o qué.
"Yo era escéptico, no creía que los muertos pudieran hacer cosas, pero ahora estoy convencido de que la energía queda. No es que los muertos penen, pero esa energía está aquí", asegura Roberto Busel, director ejecutivo de la empresa. "Estás usando la radio y de repente se prende y se apaga sin ninguna lógica. Se abren y cierran las puertas, se caen las cajas. Acá todo se mueve. Mi madre ha traído a cuanto machi encontró. Alguna época, el olor a sahumerio fue permanente", concluye.
El padre de Roberto asistió al remate de la propiedad en 1983. Corrió solo; nadie más se presentó y se la adjudicó fácil. "El último dueño era Enrique Venturino, cabeza del Teatro Caupolicán en la segunda mitad del siglo XX", cuenta Busel. "Pero cuando llegamos, aquí vivían seis familias que la tenían convertida en basural. ¡Nos echaron a peñascazos! Luego, cuando logramos recuperarla, quisimos remodelarla y crear una especie de galería y paseo público, como en el barrio Italia. Pero en la municipalidad nos dijeron que no les interesaba", remata el propietario de la "casa de los espíritus" de Providencia.
Casonas embrujadas en Viña del Mar
La ciudad encantada
Viña del Mar también tiene sus propios fantasmas. En la Quinta Vergara muchas veces se ha aparecido el fantasma de don José Francisco Vergara, quien donó sus tierras para que se fundara la Ciudad Jardín. Blanca Vergara, su hija, se dio cuenta que su padre había dilapidado toda su fortuna. El nieto de Vergara fue quien comenzó a darle pistas a su madre para que no perdiera el dinero. Cada vez que venía un remate, el niño daba señales con las formas que le permitían no quedar arruinada.
Blanca Vergara recuperó parte de su fortuna gracias a lo que le trasmitía su hijo, pero el pequeño murió al cabo de 6 años.
"Antes de su fallecimiento siempre dibujaba una figura extraña. Luego de hacerle un escáner, descubrieron que la forma del tumor que tenía alojado en la cabeza era igual al dibujo que hacía el infante", comenta el parapsicólogo Andrés Barros. Hasta hoy, no hay ninguna explicación para ese extraño suceso.
En Viña también se cuenta la historia de don Fernando Rioja, perteneciente a la antigua aristocracia viñamarina, quien casó a su hija con un noble español. Luego del matrimonio, este hombre devolvió a la joven porque no era virgen. La leyenda cuenta que ella habría tenido amoríos con un cochero al que asesinaron. Don Fernando Rioja murió en el palacio que lleva su nombre y su fantasma deambula por las habitaciones tal como vestía en esa época. Su presencia también se ha dejado sentir en el Conservatorio de Música, ubicado actualmente en el mismo inmueble. "El piano del Palacio Rioja suena sin que nadie lo toque", comenta Andrés Barros.
La Mansión Mujica
Ubicada en la esquinas de las calles avenida Grecia, San Eugenio y Matta Oriente, esta casona era reconocida por su imponente estilo arquitectónico y también como referente de mitos urbanos relacionados a la presencia de espíritus.
La leyenda cuenta que la antigua familia habría recibido la maldición de una bruja que los hizo caer en un desorden financiero que los dejó en la ruina. De ahí que en ese lugar se escuchan cosas extrañas.
Con respecto al origen de la tétrica fama de la casa, el cronista Miguel Laborde escribió en una de sus columnas que uno de sus antiguos dueños se enamoró de una criada, "la que habría sido envenenada por la esposa. Desde entonces, la joven penaría de una en otra por las 30 habitaciones; incluso sentándose a los pies de las camas, deseosa de contar su desgracia".
Otra variación de la historia asegura que el antiguo dueño de casa no sólo tuvo amoríos con su empleada, sino que ambos habrían tenido un hijo. Cuando la celosa esposa se enteró del hecho, envenenó al niño y a la mujer. El hombre, al enterarse de esto, mató a su esposa para luego suicidarse él. Las atormentadas almas en pena de estas personas serían, entonces, las responsables de los sucesos insólitos que ocurrían en la vieja casona.
Como sea que fuere, en la madrugada del 2 de agosto de 2005, la casa ardió inexplicablemente. Los vecinos cuentan que mientras 10 compañías de Bomberos intentaban aplacar el fuego, uno de los bomberos dirigió un chorro de agua hacia la cúpula, que había comenzado a quemarse. En ese instante, aseguran, habrían aparecido tres cruces que se dibujaron en uno de los muros que la sostenían. En el lugar, posteriormente, comenzó la construcción de un centro comercial, que tampoco escapó a la "influencia" de la antigua casa. Varios trabajadores renunciaron después que aseguraran que mientras trabajaban en la losa del segundo piso, sentían que alguien los empujaba, pero al voltearse se daban cuenta que no había nadie en el lugar.
Algunos vecinos dicen ahora que se sienten más tranquilos sabiendo que hay un centro comercial en el lugar, pero otros aseguran que pese a que la casona ya no existe, los fantasmas de las almas en pena todavía siguen rondando por allí.
El Ex-Hospital San José
Ubicado en la comuna de Independencia, en el sector norte de Santiago de Chile, el Ex-Hospital de San José fue construido entre 1873 y 1875, para luchar contra epidemias y la tuberculosis que azotaban a la población de la época. Estuvo en funcionamiento hasta 1999 cuando cerró definitivamente y fue declarado Monumento Histórico y Patrimonio. Este antiguo nosocomio ahora alberga diversas instituciones del ámbito del arte, la cultura y la salud; de las personas que trabajan en las mismas, se han recibido innumerables testimonios de apariciones fantasmales en el lugar.
Las apariciones fantasmales tendrían su origen en la historia misma del hospital: a fines del siglo XIX, en plena epidemia de cólera, lo peor que le podía pasar a un enfermo era ser enviado al ex Hospital San José. Significaba que estaba desahuciado y listo para el Cementerio General, que estaba al lado del recinto y separado sólo por un muro. Aislado de la ciudad -para evitar la propagación del contagio-, a sus pacientes sólo les restaba esperar lo inevitable consumido por la deshidratación; no hace falta esforzarse mucho, para imaginarse la amplísima cantidad de tristes historias, encerradas en aquellos añejos muros.
Por los largos pasillos y el jardín de cinco hectáreas, hacen su aparición decenas de fantasmas y espectros: de entre los más conocidos, se encuentran las monjas fumadoras: cuentan que sólo aparecen cuando se cierran las puertas del recinto. "Acá todos saben que hay dos monjas que se ponen afuera de la capilla a fumar", dice a Emol Manuel Velásquez, un guardia de este sector de Independencia. "Pero no hay que tenerles miedo, no hacen nada", agrega.
Se cree que las religiosas eran voluntarias de las Hermanas de la Caridad, ese grupo de valientes mujeres que cuidaban a los enfermos tuberculosos: nadie lo hacía por temor a contagiarse.
Las otras apariciones también están relacionadas con personas que trabajaron en San José, como el doctor que atraviesa las paredes. Se trataría de un médico que murió de improviso a mediados de 1900."Es un hombre alto y enjuto. A veces decide alargar su paseo por uno de los pasillos y camina hacia la pared que separa el hospital del Cementerio General", cuenta el cuidador de autos Raúl Maldonado. "Si quiere dar más pasos, simplemente atraviesa la pared".
Otra aparición destacada, es el fraile que pasea por los parques que separan los pabellones médicos. Usa un traje café y de su cadera cuelga una pequeña cuerda. Su rostro es un misterio porque nunca se quita la capucha. Eso ha generado varias versiones. Testigos aseguran que no tiene cabeza. Pero otros dicen que sólo la esconde. ¿El motivo? No se sabe.
Magdalena Spencer, directora de proyectos del Centro de Estudios para la Calidad de Vida, dice que ella convive armónicamente con "esas energías", por eso pide permiso cada vez que va a ocupar por primera vez alguna oficina del edificio. Eso, dice, le permite trabajar muy tranquila. Pero también reconoce un incidente raro: "Caminaba por uno de los pasillos, llevaba atado a mi cinturón y dentro de su estuche cerrado, una pequeña cámara digital y de pronto se cayó al suelo, sin que yo abriera el estuche, dándose varias vueltas".
Otro fantasma que aparece frecuentemente en el Ex-Hospital es conocido como "la chica de rojo": aunque hace más de diez años que la maternidad del hospital dejó de funcionar, por las tardes aparece una mujer esperando que un niño necesite de sus cuidados. Se cree que pudo ser una matrona, porque se mueve con seguridad, como dando órdenes, y no saluda. El guardia Carlos Lema dice que "aparece en los rincones más oscuros de la maternidad y su presencia es tenebrosa, porque en esa área la iluminación es escasa y la soledad, intensa".
La historia fantasmal del Ex-Hospital de San José ha sido reavivada recientemente: hoy sirve como locación para "El juego del miedo"; un reality del canal local TVN, el cual está aprovechando el miedo que provoca el antiguo edificio, y sus macabras historias. Mientras se realiza la grabación del programa, participantes y equipo técnico han reportado también manifestaciones espirituales: se han visto sombras en las paredes que no se sabe de dónde surgen y se han escuchado ruidos extraños. También ha llamado la atención que se rompen cañerías de agua sin motivo aparente, y finalmente, una participante declaró que no podía caminar por un sector del edificio, ya que una fuerza invisible se lo impedía.
Casona Dubois
Al llegar a la calle Ayuntamiento, desde Mapocho, llama la atención una antigua casona neoclásica rodeada de jardines, que se sale de la típica construcción del barrio. Según Marlene, vecina del sector, en la Casona Dubois abundan las historias de terror. "De ahí se ha dicho de que habían fantasmas, que el lugar estaba maldito que pasar por ahí traía mala suerte.", comenta.
La historia de la Casona se remonta a 1908. Cuando el ingeniero francés Andrés Dubois llegó a Chile, para construir el alumbrado público a gas de Santiago, el gobierno le cedió un terreno al poniente de Santiago, zona de chacras y campo, donde el ingeniero comenzó a diseñar y edificar su hogar.
Dicela leyenda que Don Andrés y su esposa no podían concebir a un varón, por lo que recurrieron a la magia negra para poder procrear un niño. Como símbolo de la fertilidad, construyeron en su jardín una terrorífica gárgola andrógena, a la que se le atribuyeron diferentes desgracias. "Cuando era chica, justo en la esquina de la casona siempre habían accidentes automovilísticos y se decía que esa esquina estaba maldita, porque justo ahí estaba la gárgola. Incluso decían que una vez una mujer que insultó a la gárgola quedó petrificada por varias horas.", cuenta Marlene sobre la tétrica gárgola que adornaba el jardín de la casona.
Según las historias, Andrés Dubois y su esposa al final lograron concebir a un niño, pero éste nació con malformaciones, por lo que en un arranque de locura, Andrés asesinó al bebé y lo enterró en el jardín de su casa, bajo una lápida de piedra. "Hace un par de años, se decía que un perro negro aparecía por las noches custodiando la tumba, que el espíritu del niño vagaba por los jardines y que duendes custodiaban un tesoro que ocultó la familia cerca de la piscina."
Las Casonas de la "Quintrala"
En agustinas con Estado hay dos lugares, que ahora son galerías y paseos, que pertenecieron a la mítica Quintrala. Precisamente, en Estado 215, ahora restaurante "La plaza de las Agustinas" habrían estado ubicados los corrales donde Catalina de los Ríos y Lisperguer guardaba a sus esclavos. En ese lugar se han visto volar sillas y la aparición de extrañas manchas de sangre en una de las paredes, las cuales, a pesar de pintarlas, vuelven a aparecer.
Un poco más arriba en la numeración, estaba la casa donde ella vivía, la Quintrala, ahora "Galería Imperio", un lugar donde también han ocurrido sucesos paranormales como risas, pasos de gente que baja escaleras y gritos de mujer.
Esta galería fue construida sobre las ruinas de la casa de la Quintrala, y tiene marcado un hecho que conmocionó a la opinión pública en 1971, cuando el periodista Tito Mundt cayó al vacío desde el piso 12 del edificio, perdiendo la vida.
Siguiendo en el centro de Santiago, un lugar que también tiene historias de fantasmas es el Museo Histórico Nacional, ubicado a un costado de la Plaza de Armas.
Cuentan que por el ala oriente del museo se prenden y apagan luces de forma inexplicable, ya que hay guardias cuidan el lugar toda la noche.
Se dice que en esa misma área, habían calabozos que pertenecían a la antigua Municipalidad de Santiago y que las presencias paranormales son producto de muertes violentas y dolorosas en el lugar.
Espíritus de amantes eliminados por Catalina de Los Ríos y Lisperguer asustan en "La Plaza de las Agustinas"
El restorán tiene túneles bloqueados con concreto que comunican con la Iglesia Las Agustinas, ubicada frente al local que está construido sobre una antigua caballeriza de la malvada heredera del valle de La Ligua. Gritan como si la hacendada los estuviera azotando...
Tener amantes y seducirlos en lugares estratégicos es historia antigua para algunas féminas. La Quintrala, en el siglo XVII, llevaba a los sementales a una de sus caballerizas, donde les seducía hasta calmar su apetito sexual.
Según los libros de historia, Catalina de Los Ríos y Lisperguer asesinó a más de 40 personas en sus intensos 61 años de vida. Muchas de las malogradas víctimas fueron esclavos e indígenas que "La Quintrala" eliminaba al mejor estilo de una viuda negra.
Gemidos
El bodeguero Marcelo Sánchez trabaja hace 20 años en el restorán La Plaza de las Agustinas y contó que el lugar fue construido sobre la caballeriza de la rica heredera de los valles de La Ligua y Longotoma.
El local, con más de 50 años de trayectoria, se llamaba antes El Pollo Dorado y está en Estado 215, en pleno Santiago.
Según Sánchez, el sitio está repleto de ánimas que cada cierto tiempo apagan las luces, mueven las copas, gimen como si La Quintrala los azotara y se toman los restos de chichón.
"Los entendidos dicen que acá La Quintrala mataba a los sirvientes con los que tenía intimidad. Por eso que hay almas que todavía no descansan y están presentes", dijo.
Debido a su trabajo el bodeguero debe almacenar productos hasta bien entrada la noche, por lo que ha sido testigo muchas veces del fenómeno paranormal. "Son espíritus que mueven cosas o hacen ruidos. Son bien juguetones y a veces se siente que caminan, corren o hacen sonar un manojo de llaves", agregó.
La portera Rosita Aguilera contó que una vez "sentí una mano que me empujaba la cabeza hacia abajo... y no había nadie. Me dio escalofríos. Casi me muero del espanto".
Sangre
La sicóloga y clarividente Carmen Cancino indicó que al estudiar el sitio escuchó gemidos de dolor y llantos. "También bajan y suben escaleras. Esto además fue lavandería, por eso se escucha agua. La grasa en la cocina se vuelve rojiza como si fuera sangre", sostuvo...
Nota: Aunque esta no es la casa del relato, sí quedaba muy cerca, "a la vuelta", en Almirante Barroso entre Compañía y Huérfanos. La casa aún se ocupa en oficinas.
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La casa embrujada de la calle Almirante Barroso en Santiago
Este es un relato verídico ocurrido a mi familia, durante los 12 años que vivimos en la calle Almirante Barroso NºXXX , en lo que hoy se denomina Santiago Centro, entre los años 1956 al 1968.
Cuando mi familia llegó a vivir a esa casa, en el año 1956, estaba compuesta por mi padre, mi madre, mi hermano mayor y yo, aunque eventualmente residían con nosotros dos hermanas, hijas del primer matrimonio de mi padre. En el transcurso de esos años vinieron al mundo en esa misma casa mis otros tres hermanos, nacidos como se acostumbraba en las antiguas familias en la propia casa . Patricia, la menor, fue la única nacida en el Hospital Arriarán, que en ese entonces estaba ubicado frente a la Fuente Alemana. De mi padre, hombre místico, aprendí el uso del péndulo, ya que él tenía capacidades psíquicas, que algunos de mis hermanos y yo heredamos, por tanto desde muy temprana edad me vi envuelta en lo sobrenatural, que me apasiona hasta el día de hoy.
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