Mitos y Leyendas del Norte de Chile

Mitos y Leyendas Chilenas

Leyendas y mitos del Norte  de Chile 

Se caracterizan por presentar generalmente personajes y leyendas relacionadas básicamente con el desierto, la religiosidad y la actividad de la minería. Ejemplo de estos mitos son el Alicanto, la Lola, el Yastay, los Achaches, el Umpillay y el Quilpaná, además de leyendas como Juan Soldado, el tesoro de Guayacán, los Payachatas, La Tirana y la virgen de Andacollo. Los mitos de la zona norte tienen una profunda influencia inca y de los pueblos preincaicos de la zona, aunque han adoptado una característica propia al tener una arraigada base colonial española.

La leyenda de la imagen de la Virgen de Andacollo

La leyenda de la Virgen de Andacollo se remonta a los años de la conquista de Chile, y está respaldada por hechos que hasta la actualidad suceden en Andacollo como es el caso de la aparición de los primeros Bailes Religiosos alrededor del año 1585.

Los datos históricos que acontecen durante este período se inician en el año con la fundación de la ciudad de La Serena por Don Juan Bohón. La historia narra que en el año 1549 esta segunda ciudad de Chile fue devastada y destruida por un incendio causado por una rebelión de los nativos de Copiapó (ese mismo año es nuevamente levantada la ciudad por el conquistador Pedro de Valdivia).

De este acontecimiento nace la leyenda de la imagen de la Virgen de Andacollo. Se cuenta que tras la destrucción de la ciudad los españoles huyen rumbo al sur buscando refugio. Suben la montaña y se encuentran con un pequeño asentamiento indígena de origen Molle, con influencia incaica. Su asombro fue grande al ver las quebradas llenas de oro de lavadero, de modo que deciden ocultar allí la pequeña imagen y siguen su rumbo al sur. Y es así que un indio de la zona llamado Collo, encuentra a la imagen de la Virgen. Según la leyenda el indio habría escuchado una voz celestial que le decía "Anda, Collo, invita a tu pueblo a conocerme y a conocer el verdadero Dios". El indio tomó la imagen y la llevó a su casita para rendirle culto asociándola a la Pacha Mama (Madre Tierra), desde entonces los lugareños comenzaron a ofrecerle sus danzas muy similares a las de los indígenas de Perú y Bolivia.

Atraídos por el oro existente en Andacollo, los españoles regresan y se construye la primera capilla mariana en Chile por orden de Don Juan Gaytán de Mendoza. La edificación era sencilla, con murallas empalizadas y el techo de paja de centeno y coirón.


La Tirana y su leyenda

La Leyenda de La Tirana y de su milagrosa Virgen comenzó a gestarse en los albores de 1535 cuando Diego de Almagro salió del Cuzco y a la Conquista de Chile. Lo acompañaban quinientos cincuenta españoles y alrededor de diez mil indios peruanos.

Iban también dos hombres importantes: Paulino Tupac, príncipe de la familia de los Incas y Huillac Huma, último Sumo Sacerdote del extinguido culto al Dios Sol.

Ambos eran tratados en forma deferente por los españoles y estaban destinados a pagar con la vida si se producía conato de rebelión entre los indios que formaban parte de la expedición.

Vinieron también secretamente, muy camuflados en las filas, un cierto número de "Wilkas" o capitanes experimentados de los antiguos ejércitos imperiales Incas y un grupo de sacerdotes, quienes bajo su aparente humildad y sumisión esperaban sólo el momento oportuno para vengarse.

El sumo sacerdote y su hija

Acompañaba en la expedición a Huillac Huma su hija, la "ÑUSTA", que nacida años antes, tenía un sus venas sangre de los Incas soberanos de Tahuantisuyu, que aún sufrían el vejamen que les impuso el débil y confiado Atahualpa. Al rendirse, Paullo Tupac nunca pensó acompañar hasta el fin la expedición; es así como Huillac Huma, desprendiéndose sigilosamente del Ejército Español, encontró la ocasión que tanto esperaba . A la altura de lo que era Atacama la Grande, más tarde Calama, huyó a la provincia de Charcas. Sus planes eran fomentar la rebelión que promoviera en el Cuzco el Inca Manco.

El grupo de Incas que se quedó con la "Ñusta" Huillac, también pensaba en huir con su princesa.

Huye Huillac Huma

Al alcanzar la hueste desertora la cálida región de Pica, huyó esta vez la "Ñusta Huillac", seguida de un centenar de Wilkas y adictos servidores. Se refugiaron en un bosque de tamarugos y acacias silvestres, que por entonces cubrían en su mayor extensión lo que ahora llamamos Pampa del Tamarugal. Lo que queda aún en nuestros días, muchos lugares de salvaje belleza, en las inmediaciones del pueblo de Tarapacá y en los alrededores de los caseríos de Canchona y La Tirana. Por eso apodaron con el nombre indígena "Tarapacá" esa región, porque en lengua incaica significa escondite o bien de boscaje impenetrable.

La Ñusta y su reinado

Y así fue como durante cuatro años la "Ñusta Huillac", rodeada de sus fieles y valientes "Wilcas", fue la reina y señora de esos lugares. Con inteligencia organizó sus huestes, las distribuyó y convirtió esos bosques de tamarugos en un baluarte inexpugnable, regido por la férrea mano de la bella princesa incaica, que pasó a llamarse "La Tirana del Tamarugal"

La princesa y su fama

La "Ñusta" regía su territorio con puño de hierro. Sus hazañas gestadas en su ardiente dedicación a la causa de su nación, traspasó muy pronto los límites de su comarca y su fama comenzó a extenderse por todo el norte. Las tribus vecinas y las muy remotas vieron en la bella princesa la capitana viviente y gallarda de sus ideales y la apoyaron en su airada protesta contra la dominación extranjera.

De todos los rincones del territorio de Tanhuntisuyu acudieron a rendirle pleitesía y a jurarle lealtad; nutridas huestes de hombres de corazón bien puesto y dispuestos a luchar y sucumbir al lado de la animosa "Ñusta" por el suelo natal y su fe.

La selva primitiva y bravía del Tamarugal fue durante cuatro años el extremo reducto de una raza y de un culto que estaba proscrito y, sin embargo, cada día ganaba más fieles, porque los indígenas renegaban del cristianismo.

Rodeado de peligros y asechanzas ese puñado de indios peruanos valerosos e indómitos que dirigía la "Ñusta" se vio obligado por el rigor de las circunstancias a hacer frente a sus enemigos y a vivir una guerra sin cuartel que tenía una regla invariable: dar muerte a todo español o indio bautizado que cayese en su poder. Y así era la costumbre hasta que La Tirana sucumbió ante el amor.

La pasión de La Tirana

"La Ñusta Huillac", temida por sus enemigos y conocida en treinta leguas a la redonda como la bella "Tirana del Tamarugal", no pudo cumplir lo que había predicado: un día sus huestes atacaron en las inmediaciones de las selvas a un grupo enemigo y capturaron algunos prisioneros. Así fue como llevaron a su presencia un apuesto extranjero: cuando lo interrogó, muy altivo dijo llamarse don Vasco de Almeida y pertenecer a un grupo de mineros portugueses establecidos en Huantajaya, añadiendo que se había internado en la comarca en busca de la "Mina del Sol"., cuya existencia le había revelado un cacique amigo.

Mirarlo y enamorarse fue una sola cosa. El corazón de la "Ñusta" tan implacable comenzó a latir más a prisa. El amor llegó y la "Ñusta" no pudo contenerse. Pero lamentablemente, reunidos los "Wilkas" y los ancianos de la tribu, acordaron que se aplicase la pena de muerte al prisionero.

Su corazón, que no había conocido vacilación y que hasta ese instante estaba embargado de odio y de venganza, se estremeció de pena al escuchar la cruel sentencia.

Un sentimiento de amor y compasión brotó de ella y comenzó a pensar como romper la tradición de odio y librarlo de la muerte.

Una sola mirada del apuesto prisionero bastó para hacerla quebrantar sus principios y todas las leyes se derrumbaran. La juventud, el porte distinguido, el estoico desdén de la muerte que demostró el noble y gallardo prisionero, aumentaron su amor y le indujeron a amar con desesperación a ese hombre, cuya vida estaba en sus manos como sacerdotisa y reina de su pueblo.

La Ñusta salva al prisionero

Después de pensar la noche entera, la "Ñusta" encontró una fórmula para salvar a su cariño. Un ardid para prolongar la vida del hombre amado.

En su carácter de sacerdotisa fingió consultar los astros del cielo e interrogar a los ídolos, tutelares de la tribu. Después de meditar, reunió a su tribu y dijo que la ejecución del prisionero debía retardarse hasta el término del cuarto plenilunio, que así los ídolos le habían respondido.

Los cuatro meses siguientes fueron de descanso para los guerreros del Tamarugal. La "Ñusta" Huillac no repitió durante ese período las correrías asoladoras que eran el espanto de los colonos de Pica y Huantajaya. Ella tenía otro objetivo: quería vivir su pasión y eso le dio al prisionero dos "lunas más de vida",

Las miradas de la "Ñusta" y Vasco de Almeida fueron cuajando en una amor una pasión incontenible; nada podía detener la pasión de la sacerdotisa incaica, que empezó a mirar la vida con los ojos del portugués.

La conversión de la sacerdotisa

Los diálogos bajo los tamarugos se prolongaban de sol a sol. Mirando a los ojos al portugués, la "Ñusta" preguntó: "Y de ser cristiana y morir como tal ¿renaceré en la vida del más allá y mi alma vivirá unida a la tuya por siempre jamás? ..."

- "Así es, amada mía"- contestó el portugués.

- "Estás seguro de ello, ¿verdaderamente seguro?, inquirió la "Ñusta".

- "Me mandan creerlo mi religión y mi Dios, que es la fuente de toda verdad".

En un rapto impetuoso la "Ñusta" pronunció las palabras que serían su perdición.

- "Entonces bautízame, quiero ser cristiana; quiero ser tuya en ésta y en la otra vida" ...

El bautizo de La Tirana

La "Ñusta" comenzó a vivir sólo para su pasión. Entregada al deleite del amor, la sacerdotisa descuidó las prácticas del rito incaico al Dios Sol.

Su embeleso de mujer amada impedíanle ver el ceño adusto de sus "Wilkas", ni el hosco ademán de los sacerdotes, ni la reserva glacial de sus súbditos, cuando la veían en sus devaneos amorosos con el extranjero.

Altiva y serena, actuando bajo los impulsos de una firma resolución, se dirigió un día a la fuente que había en una de los claros del bosque. Vinieron los besos, los juramentos y el "NUNCA NADIE nos separe". En el paroxismo de su pasión, la "Ñusta"le dijo:

"Llévame a tu Dios que nos permitirá estar eternamente unidos". Diego de Almeida le contestó: "tienes que bautizarte", la "Ñusta" hincó la rodilla en el césped -cruzó sus brazos sobre el seno en actitud de humilde e inefable espera y pidió ser bautizada -.

Almeida cogió agua vertiéndola sobre la cabeza de la amada neófita pronunció las palabras sacramentales:

"Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espí ..."

No pudo terminar la frase, porque los "Wilcas" que los vigilaban y que no aceptaban esa pasión, no pudieron resistir esa traición de sus principios y en airada reacción dispararon una nube de flechas sobre ellos.

Ambos cayeron abatidos como tronchados por el huracán.

"Ñusta Huillac", herida de muerte, sobreponiéndose a sus intolerables dolores, llamó a su alrededor a los Wilkas, a los sacerdotes y al pueblo y con voz entrecortada les dijo:

-"Muero contenta, muero feliz, segura como estoy, como creyente en Jesucristo, de que mi alma inmortal ascenderá a la Gloria y llegaré al trono de Dios, junto al cual estará mi amado, con quien estaré toda una eternidad. Sólo les pido que después de mi muerte, coloquen una cruz en mi sepultura, que estará al lado de la de mi amado".

Indicio en el cielo

Corrían los años de 1540 a 1550 cuando fray Antonio Rondon, de la real orden mercedaria, evangelizador de Tarapacá y Pica, llegó al Tamarugal para levantar en todas partes el estandarte de Cristo.

Un día vio un arco iris y siguió su comienzo hasta un bosque de tamarugos. Ahí, con infinita sorpresa, encontró una cruz cristiana en uno de los claros de este bosque.

El santo varón vio en ello una especie de indicio del cielo, una llamada de recuerdo a la Princesa Tirana del Tamarugal. Por eso edificó una Ermita, que con el correr del tiempo, se convirtió en Iglesia que colocó bajo advocación de Nuestra Señora del Carmen de La Tirana, pensando en el escapulario Carmelita que llevaba Vasco de Almeida.

Dicha iglesia se convirtió desde los primeros años de su consagración en asidua romería de los naturales de los pueblos y sierras inmediatas, en cuyas venas corre sangre coya. Fue la que fluía por las venas de la bella, sensible y desdichada "ÑUSTA HUILLAC", que le legó su nombre y que con su historia de fe y amor impulsó el culto a "LA TIRANA".


Leyenda de los Payachatas

La leyenda de los payachatas es una leyenda que cuenta que en épocas Incas dos familias, enemistadas por un profundo odio entre ambas, a causa del dominio de tierras, el príncipe y la princesa de cada una de las tribus correpondientes encaminados por el destino se conocen y nace entre ellos un profundo amor, puro y sincero.

Pero el odio entre ambas tribus hizo irracionable este sentimiento y con el afán de separar a los jóvenes, estos son aconsejados de alejarse, al encontrarse las familias ante una negación de ambos, recurren a la magia, la cual se ve imposibilitada ante tanto amor, quedando sin efecto. La propia naturaleza al verlos acongojados sufre. La luna y las nubes lloran, los lobos aullan y torrenciales tormentas azotan en advertencia a las tribus, por parte de los dioses ante tal error.

Las familias al no percatarse de la furia de la naturaleza, con la cual las tierras son invadidas. Recurren a toda clase de artilurgios para poder romper con ese amor. Pero todo intento era en vano. Ante tales fallas los sacerdotes toman la decisión de sacrificar a los príncipes, para que nunca llegaran a estar juntos. Una noche sin luna y en total ocuridad los jóvenes son asesinados.

Los dioses y la naturaleza vuelcan toda su furia con intensas lluvias y truenos, que azotaron la región. Las tribus no subsistieron y producto de las inundaciondes desaparecieron. En su lugar aparecieron dos hermosos lagos, donde se dice que se ve pasar a los jóvenes príncipes en canoa, por fin juntos. Los lagos creados fueron el Chungará y el Cota-Cotani. En honor a los príncipes la naturaleza les regala dos tumbas, los volcanes El parinacota y el Pomerame.


"LAS GUANERAS"

Antiguamente las guaneras de Arica tenian gran actividad. Existia un grupo de valientes que se descolgaban entre los peñascos para recolectar el elemento que daría el sustento a sus hogares. Estos fornidos hombres se reunían de tarde en tarde en algún lugar de la ciudad para tomarse un refresco, comer algo y conversar sus anecdotas.

En cierta ocasión, faltó uno de ellos y a la reunión siguiente volvio a faltar, los comentarios no se dejaron esperar: " ya no le da el cuero" comento alguien, otro dijo, " dicen que se fue a Santiago", no faltó el que comento, " parece que lo vieron tomando".

Un tiempo después, tres de estos amigos decidieron hacer una alianza estratégica para llegar a los lugares más difíciles y así poder recoger una mayor cantidad de guano. En plena maniobra, dos de ellos se descolgaban, mientras el tercero los dirigía desde la seguridad de tierra firme, de improviso, uno de ellos efecuo un giro y se encontró cara a cara con un esqueleto, el cual estaba colgando desde una saliente inferior a la que los amigos habían usado para descolgarse, lanzando un grito de terror, aviso a sus amigos y despues de repuestos del susto, levantaron el esqueleto, pudiendo comprobar por sus ropas, que era el amigo desaparecido hace un tiempo atrás.

Hoy existen aún los mudos testigos de aquellas azañas anónimas, " los cordeles", que cuelgan por las laderas de los cerros. 


LA AÑAÑUCA

La Añañuca es una flor típica de la zona norte de nuestro país, que crece específicamente entre Copiapó y el valle de Quilimarí, en la región de Coquimbo.

Pocos saben que su nombre proviene de una triste historia de amor...

Cuenta la leyenda, que en tiempos previos a la Independencia, la Añañuca era una flor joven de carne y hueso que vivía en un pueblo nortino. Un día, un minero que andaba en busca de la mina que le traería fortuna, se detuvo en el pueblo y conoció a la joven.

Ambos se enamoraron y el apuesto minero decidió relegar sus planes y quedarse a vivir junto a ella. Eran muy felices, hasta que una noche, el minero tuvo un sueño que le reveló el lugar en dónde se encontraba la mina que por tanto tiempo buscó...

Al día siguiente en la mañana tomó la decisión: partiría en busca de la mina.

La joven desolada, esperó y esperó, pero el minero nunca llegó. Se dice de él que se lo tragó el espejismo de la pampa.

La hermosa joven producto de la gran pena murió y fue enterrada en un día lluvioso en pleno valle.

Al día siguiente salió el sol y el valle se cubrió de flores rojas que recibieron el nombre de la infeliz mujer.


EL CERRO DE JUAN SOLDADO

La primitiva ciudad de La Serena era mucho más hermosa que la actual. Vivía en ella un joven bien parecido, pero pobre, a quien llamaban Juan Soldado, nombre que, en recuerdo suyo, se puso después al cerro cerca del cual aquella ciudad estaba edificada.

Juan Soldado se enamoró de la hija única de un cacique riquísimo, que habitaba a tres leguas de la ciudad. Como el cacique era ambicioso, se opuso a que se casara con un pobre.

Los enamorados resolvieron huir, para casarse en la iglesia de La Serena, pues la joven era cristiana. Así lo hicieron, y en el momento en que el sacerdote bendecía el matrimonio, gente del pueblo llegó a la iglesia con grande alboroto, diciendo que el cacique, a la cabeza de sus mocetones, se aproximaba a la ciudad, jurando destruirla, después de matar a los enamorados. Nadie sabe lo que pasó, pero es lo cierto que en el momento en que el cacique, con sus guerreros, pisó los suburbios, la ciudad se desvaneció.

Recorrieron el campo donde estaba situada, pero no la encontraron aunque la andaban pisando. En ciertas noches, singularmente los sábados, los que pasan cerca del sitio en que estuvo edificada oyen música y canciones, y el Viernes Santo la ciudad se hace visible a los que contemplan desde lejos, pero se borra poco a poco ante los ojos de los que pretenden llegar a ella. Otra versión es la que dice que existió en la Colonia un soldado español llamado Juan.

Cierto día mató en la calle a dos vizcaínos ricos que se habían burlado de él al verlo pobremente vestido. Sólo quedó en el suelo su espada acusadora. El hombre desapareció. Meses más tarde, en lo alto de un cerro lejano se encendía todas las noches una luz. Al año se extinguió.

Cuando los curiosos visitaron este punto hallaron allí al soldado Juan, muerto y amortajado en un hábito monacal. En esa soledad el asesino había expiado su doble crimen. Se denominó ese punto el cerro de Juan Soldado. Y de allí el nombre actual.


La Lola

Junto al Alicanto son unos de los mitos más populares arraigados en la tradición minera del norte de Chile. La versión más conocida de esta leyenda la describe como el alma en pena de una mujer, la cual se caracteríza por deambular arrastrando el ataúd de su esposo muerto.

Leyenda

El mito cuenta la historia de una mujer bellísima llamada Dolores, que vivía en el norte de Chile; y que era deseada por la mayoría de los hombres, quienes la llamaban "Lola". Ella tenía un padre que vivía para cuidar a su hija y distanciarla de sus enamorados, a la espera de que llegara el hombre indicado para ella. Sin embargo un día conoció a un joven y pobre minero del cual se enamoró perdidamente; y como sabía que su padre no lo aceptaría, decidió irse de su casa y escaparse con aquel hombre para casarse con él.

Al poco tiempo, se unieron a un grupo de mineros que caminaba tras la búsqueda de una veta del apreciado oro o plata, y es así como el matrimonio encuentra la riqueza y comienza la faena. Todo parecía que iba a ser pura felicidad en sus vidas, pero el hombre que ella quería realmente no la amaba, y ya no era un esposo dedicado a ella; debido a que el minero, con la riqueza que obtenía, solo se dedicaba a conquistar otras mujeres.

Sin embargo, al poco tiempo lo vio besándose con otra mujer. Enfurecida por el engaño y los celos, esperó al minero en su hogar, y lo mató con un puñal. Después huyó a los cerros dando gritos y alaridos arrepentida de lo que había hecho. Al tiempo, regresó al poblado donde vivía, víctima de la locura, solo sabiendo reír y murmurando que los habían asaltado y que asesinaron a su marido.

Enloquecida, posteriormente fue en búsqueda del cadáver que estaba en un ataúd negro, y huyó a los cerros con él, tratando de encontrar al criminal de su esposo (que realmente no era nadie más que ella). Es así como comenzó a vagar por las altas cimas de la cordillera y por los faldeos; hambrienta, descalza, desgreñada; Siempre con el deseo de venganza contra el criminal de su amado esposo, hasta el fin de sus días. Pero como obviamente nunca encontraría a ese criminal, luego de morir en los cerros, su alma no pudo encontrar descanso, y desde entonces su espíritu vengativo recorre los cerros y las minas; y sus correrías la hacen ser conocedora de los sitios donde se encuentra el preciado metal.

Desde aquel día se afirma que en algunas noches los hombres que andan en los cerros norteños escuchan una voz que los llama por su nombre, y una vez que llegan al lugar de donde viene el sonido ven a una mujer pálida y extraordinariamente bella que viste de blanco y que anda arrastrando un ataúd oscuro. Desde aquel momento, el hombre que la sigue está prácticamente perdido, ya que lo asesinaría al confundirlo con el asesino que está buscando.

Los mineros igualmente dicen que "La Lola" transita por las galerías abandonadas, acompañada del ataúd negro de su esposo. Por ello se dice que los Mineros que han encontrado la muerte repentina en alguna de estas galerías, es seguro que murieron de terror ante la presencia fantasmagórica de La Lola.

Pero para los mineros buscadores de una veta, "La Lola" convierte la venganza en una piedad, al anunciar a los buscadores la proximidad del tesoro, pero no para que lo hagan aflorar, sino para que se alejen del lugar; porque cuando se encuentra la veta, la muerte se acerca en la vida del minero.


"EL EMPAMPADO"

Una de las historias más clásicas se remonta a la tarde del jueves 2 de febrero de 1956, cuando Julio Riquelme, abordó el tren Longitudinal Norte en La Calera para asistir al bautizo de su nieto en la ciudad de Iquique. Nunca llegó a destino y su rastro se perdió por más de 43 años en la inmensidad de la pampa. Los restos de este hombre se convirtieron en una verdadera leyenda, dando paso a libros y hasta películas.La última vez que lo vieron fue arrojándose desde el convoy a la altura de la estación Los Vientos, unos 100 kilómetros al sur de Antofagasta. Aparentemente agobiado por problemas personales y de salud decidió saltar del tren y ahí, tirado en el suelo, quedó inconsciente. Dicen que cuando despertó, en una especie de suicidio, se internó sin rumbo hacia la nada infinita.Recién en enero de 1999 los huesos blanquecinos de Riquelme aparecieron de cara al sol en medio del desierto solitario, abandonado junto a sus pertenencias. Hoy descansa en el Cementerio Nº 3 de Iquique.


"LA NOVIA DEL CAMINO DE CHUQUICAMATA"

Los marinos tiene un amor en cada puerto, pero se preocupan que sus conquistas sean por la vía derecha y sin usar malas artes contra sus rivales ocasionales, porque están convencidos que ganar una mujer con malas artes no conduce nunca a buen puerto. La sentencia deberían conocerla también otros sectores del quehacer habitual. Podrían evitarse tragedias, muertes, revanchismo, leyendas, apariciones.

"EXTRAÑA PASAJERA"

En el camino de Calama a Chuquicamata, en la Cuesta de Monte Cristo y hasta en las cercanías del cementerio de Calama o por la vía a San Pedro de Atacama, cada diez años, los conductores comienzan a denunciar la presencia de una mujer vestida de blanco, como una novia, que se pone frente a sus móviles, les obliga a detenerse y hasta se sube a las carrocerías y les acompaña parte del viaje para luego desaparecer sin dejar ninguna huella.

La gran mayoría de los choferes reconocen que esa realidad les da miedo y que les cuesta reaccionar positivamente luego de la experiencia. Para los más viejos mineros esas apariciones corresponden a la de una joven hermosísima, amada por dos hombres jóvenes, ninguno de los cuáles logró casarse con ella, porque la muerte impidió una injusticia.

En torno a ella habrían quedado sin aclarar su propio deceso y el de su novio.

Esos convencimientos, sin embargo, no aparecen dentro de los hechos policiales denunciados, ocurridos o perseguidos por la justicia de la Provincia El Loa, pese a que no son tan antiguos.

En la actualidad lo que podría derivar de situaciones ingratas es conocida como la "Leyenda de la Novia" y, extrañamente, la historia coincidente ha cambiado de escenario desde la Provincia El Loa a la Pampa Salitrera en su enorme extensión.

La historia no es tan lejana y la realidad estaría ubicada en los años de 1925 al treinta. Narra que en Calama había un matrimonio, cuya hija era muy agraciada y sencilla. La joven despertaba la admiración apenas la veían, porque tenía cualidades muy desconocidas entre las jóvenes de su tiempo, no sólo en Calama sino en todo el norte.

Un joven, vecino de esa familia, quien prácticamente se había criado con la hermosa niña, se enamoró y fue correspondido por la niña que veían en él, aparte de amor, muy buenas intenciones. Un día, en uno de los pimientos que había en la calle Balmaceda de Calama, estamparon un corazón atravesado por una flecha en el que inscribieron sus nombres. El árbol fue derribado y arrancado de raíz debido a que envejeció y se había convertido en un peligro. Fue el último testimonio de esa historia de amor, no muy conocida, especialmente porque los propios protagonistas querían mantenerla en secreto. Los viejos calameños aseguraban que entre ambos había una promesa de amor eterno.

"UN GRINGO"

La joven, debido a la urgencia económica familiar empezó a trabajar en Chuquicamata que, por esos años era sede repetida de grandes fiestas, en distintas casas de los gringos, de los jefes chilenos y en los establecimientos dedicados al rubro. Debido a la obligación de prestar servicio a sus patrones, la joven coincidió en una fiesta con un ingeniero muy joven recién llegado al mineral, quien había venido al norte ante la posibilidad de trabajar en la minería, pero no pertenecía a ninguna de las empresas que estaban laborando en Chuqui, Calama o la Pampa Salitrera.

Como le ocurría a todo hombre, el gringo joven se enamoró perdidamente de la joven. Tanto es así que esa misma noche le declaró su amor y le pidió matrimonio. La joven lo rechazó porque además de su promesa de amor, consideró que era motivo de burla por parte de quien sabía que ella era una simple empleada doméstica.

El gringo no se dio por vencido y convencido que podía subirse por el tronco y bajarse por las ramas, decidió conquistar a los padres de la niña. Lo logró a través de buenos regalos. Hay que decir que, en ese tiempo, los padres decidían el futuro de los hijos. De ese modo, le entregaron la niña al gringo, pero ésta mantuvo su rechazo y además, decidió dejar a sus padres. El papá se indignó y golpeó a la hija hasta mandarla al hospital. El gringo se sintió ofendido por la joven cuando ésta le dijo que lo rechazaba porque tenía una promesa de amor y era fiel a un joven calameño. El ingeniero cuyo amor por la joven era demasiado intenso, al límite de la locura, decidió ubicar al joven. Para ello, contrató los servicios de trabajadores que podían conocer a su rival de amores.

No se sabe que pasó, pero la tradición refiere que el joven del que la niña hermosa estaba enamorada, desapareció. La mayoría cree que lo hicieron desaparecer violentamente. Terceros se encargaron de contarle a la joven que su prometido ya no la quería y había dejado la Provincia El Loa para irse a las salitreras a trabajar y olvidar. El trabajo de convencimiento dio resultado y la niña terminó por aceptar al gringo.

"LA BODA"

Se hicieron todos los preparativos con grandes gastos, para una gran fiesta. Un vehículo debidamente engalanado pasaría a buscar a la niña a su hogar. La boda sería en Chuquicamata un sábado a las 20 horas. La novia, toda de blanco, esperaba que la fueran a buscar, pero pasó la hora y el vehículo no llegó. Ante esa realidad optó por salir a buscar locomoción para trasladarse al mineral. Esto es porque tenía muy claro que los compromisos hay que cumplirlos.

Pero, al salir de la casa, debido a la obscuridad reinante, dado que en Calama no había energía eléctrica, cruzó la calle, fue atropellada y debido a la gravedad de las lesiones murió. Los choferes a los que se les ha aparecido la describen como joven bonita que cruza delante de los automóviles llevando un ramo en la mano y como levantándose el vestido con la otra, como para no enredarse.


"La leyenda de los zampoñeros de Socoroma"

El Pusiri Collo en aymará quiere decir "cerro de los músicos", cuenta la leyenda que esto tuvo su origen en Socoroma La Vieja, Marka Perdida, que esta al lado del Pusiri Collo, cerca del Cerro Aroma.
Había fiesta en el pueblo. En la casa principal los músicos zampoñeros estaban comiendo cuando llegó un viejo haraposo, ruinoso. Algunos invitados dijeron: váyase viejo mocoso. Los músicos, por su parte exclamaron: todos nosotros vamos a llegar a viejos; lo lavaron, lo limpiaron y lo sentaron en medio para que almorzara con ellos.
El viejito antes de entrar a la casa de los músicos se encontró en el corral con una señora que cargaba una guaguita, y la señora dijo: Ay tata, kunat jumax ak'am t'ant'apachas sarnaqtasa. Kawkit purjtasa? Kunara pasjtamsti tata..... (Ay tata señor, por qué andas así tú tan harapiento, tan perdido, qué te pasa, de donde vienes?...). Por su parte, el cabecilla de la fiesta dijo: ¿Qué quieres usted viejo cochino? váyase de aquí ahorita.
El viejito una vez que terminó de almorzar dijo: Me voy, pero ustedes zampoñeros váyanse de aquí muy lejos, sin mirar atrás porque algo terrible va a pasar, esto también se lo comunicó a la señora que cargaba su guagua. Los músicos salieron del pueblo con la señora. Cuando estaban en lo alto del cerro, miraron hacia el pueblo, y en un momento se convirtieron en piedra.


Actualmente, es posible ver en piedra a los músicos con sus zampoñas, como así también a la mujer. Para llegar a Pusiri Collo, desde el pueblo se tiene que caminar alrededor de dos horas. Antiguamente los habitantes de Socoroma subían al cerro Pusiri a rogar por sus cosechas y hacer ceremonias, por considerarlo cerro sagrado. 


El Pije

Los ancianos cuentan que decenas de pampinos quedaron simplemente al borde del infarto en alguna noche de juerga luego de encontrarse con "El pije". Temido y envidiado por su éxito con las mujeres este hombre de sombrero de copa, impecable frac oscuro y bastón con empuñadura de oro, deambulaba con elegancia por los pasillos obscuros y fantasmales.Sin embargo, aparte del susto, su presencia era sinónimo de buenos augurios en materia de festejos. Sus ojos profundos, brillantes y que no necesitaban pestañar, respaldaban a los "enfiestados" para continuar con sus andanzas con la confianza de que nada les podría pasar. 


El tesoro de Guayacán

En 1578 el corsario Sir Francis Drake descubrió la bahía de Guayacán, conocida popularmente como bahía de la Herradura por la forma geográfica que toma.

Este lugar fue el refugio y punto de reunión de muchos piratas entre los que destacan Thomas Cavendish, Jorge Anson, Bartolomé Sharp, Eduardo Davis y John Hawkins, todos ellos, incluyendo a Drake, expertos en asaltar y emboscar galeones españoles que transportaban los tesoros y riquezas que eran llevados desde América a Europa. Los hechos que se sucedieron en la bahía de Guayacán fueron tan extraordinarios que llegaron a transformarse en leyenda, siendo los relatos de tesoros los más conocidos.

Según cuentan uno de esos barcos piratas, que cruzaban el Estrecho de Magallanes o daban la vuelta por el Cabo de Hornos, dejaron enterrado un increíble tesoro.

Numerosas han sido las excavaciones realizadas para tratar de encontrar las riquezas sepultadas en algún lugar de la bahía de Guayacán. Pero los resultados han sido infructuosos.

La tradición cuenta que los corsarios del siglo XVII enterraron grandes tesoros. El objetivo de los buscadores ha sido encontrar el tesoro y descubrir una mina de oro que fue trabajada por los propios piratas.


El tesoro del "Santiaguillo"

En el puerto de Los Vilos fondeó un día el barco español "Santiaguillo". En él venían tesoros fabulosos procedentes de Perú. Una de sus lanchas, cargada de valiosas riquezas encalló. El mar y el tiempo se encargaron de sepultar el tesoro en la playa.

Relatan algunos pescadores que extraen sus productos en la zona que han visto una embarcación llena de tripulantes, asegurando que son las almas de los marineros del "Santiaguillo" que no han sido sepultados y que piden descanso. El descanso según la leyenda llegará para esas almas cuando alguien descubra el tesoro.


Pampa Unión

La hoy en ruinas ciudadela de Pampa Unión es quizás uno de los lugares ligados a la actividad salitrera más populares y emblemáticos. Por décadas su nombre fue sinónimo de bohemia, mujeres complacientes, comercio y parrandas eternas. Por eso dicen que una enigmática mujer llegó del más allá para darle un nuevo giro a esta historia y, tal vez, vengarse por el desprecio de un amor. Sólo hace un par de meses la vieron por última vez. Portaba un látigo y estaba vestida con el traje de cuero negro que resalta sus curvas. Con su rostro claro, indefectible, escolta un hombre encadenado y con el torso desnudo... como un verdadero esclavo. Desde hace algún tiempo es el comentario obligado de los choferes de buses y automovilistas, que en medio de la noche, pálidos de pánico, no han tenido el atrevimiento de detenerse para descubrir el misterio tras su figura. 


El perro negro

Quienes han visto a este animal cuentan que de lejos es un perro común y corriente, pero al acercarse... muestra sus grandes ojos del tamaño de un plato y color rojo fuego. De su cuello cuelga una maciza cadena de oro puro y tiene la particularidad de aparecer sólo una vez al mes. Se dice que es el guardián de la veta más rica de oro que existe en el mundo y muchos de los calicheros se sintieron atraídos por su siniestra figura, señal inequivoca de fortunas inimaginables. Para obtenerla sólo había que seguirlo y observar donde escarbaba. Ahí había que dejar un puñal con la punta muy afilada, para que la veta no se corra y volver al día siguiente a excavar. Sin embargo muchos desistieron porque no hay ser humano capaz de resistir el terror que esta fiera inspira.Y es que este famoso can azabache es el guardián del diablo y sólo obedece a su amo, quien acostumbra a llamarlo con un silbido tan penetrante que resuena en poblados enteros. 


"Los socavones de Pica" (Tarapacá)

Cuando los españoles vinieron a establecerse en estos lugares, no tuvieron acogida por los indios piqueños, por lo que se trasladaron a Matilla, donde fundaron una población. Uno de estos pobladores se enamoró de la hija del cacique de Pica, solicitándola a su padre para contraer matrimonio, a lo cual se negó el cacique. Dámaso Morales, que así se llamaba el español, insistió en su petición, obteniendo esta vez mejor resultado, pero con una condición tan difícil como imposible.

Díjole el cacique a Morales que no tendría inconveniente en cederle la mano de su hija, siempre que le hiciera florecer el valle entre Pica y Matilla, lo cual fue para éste más terrible que la simple negativa anterior.

Y Dámaso Morales se puso a construir el primer socavón que se hizo en estos lugares, obtuvo agua, hizo florecer el valle y se casó con la hija del cacique.

Los indios a ciertos hilos de agua los juntaban en unas represas que llamaban cochas, el español siguió esta veta horadando la piedra y la hizo seguir un cauce hasta las cochas que se vieron aumentadas en su caudal, el valle reverdeció y fue una flor en la arena, lo que quiere decir Pica.


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